lunes, 3 de agosto de 2009

Nuestras manos


He de admitir que tengo una fijación y no es sólo física ni sexual, sino también emocional y espiritual: me encantan las manos... observar los dedos largos, las uñas pulcramente recortadas, los pliegues de los nudillos arrugaditos... sentir la piel de las manos a veces suave, otras tersa, otras tensa; pero sentirlas al fin.



A lo largo de mi vida me han encantado muchas manos, las de mi madre, por ejemplo, me siguen cautivando hasta el día de hoy. Son suaves pero firmes a la vez, son delicadas y fuertes al mismo tiempo; por momentos me hacen sentir calidez y por otros algo de rigidez. Además de sentirlas, me encanta mirarlas en acción: cuando era niña recuerdo verlas trabajando ágilmente cuando con una mano utilizaba la calculadora sin mirar las teclas y con otra hablaba por teléfono; hoy se me viene más el recuerdo verlas por las noches en plena tarea de tejido a palito, dando signos de que ya quiere ser abuela, aunque esto no sea del todo consciente.

Otras manos que recuerdo mucho son las de mis ex compañeros. Nunca me he acercado a nadie sin haber inspeccionado atentamente sus manos, y la verdad, lo que más recuerdo de ellos son estas mismas.

Recuerdo que mi primer chico tenía unas manos pequeñas con dedos gruesitos y una piel muy suave. Al conocernos nuestras manos jugaron un papel muy importante ya que bastó un roce sutil para empezarnos a gustarnos en verdad. Compartíamos el mismo grupo de teatro en el colegio y entre ensayo y ensayo conversabamos mucho. Un día se canceló el ensayo y decidimos quedarnos a conversar, hacía frío, me prestó una pieza de su par de guantes, rozamos nuestras dos manos libres y eso bastó para mirarnos de manera diferente y flecharnos totalmente.

Hasta antes de conocer a mi segundo chico, siempre pensé que no soportaría unas manos duras y ásperas, pero con él fue todo lo contrario. Él solía tenerlas muy finas, pero el trabajo físico en el más feroz invierno, escenario en el que nos conocimos, hizo que poco a poco estas se fueran encalleciendo y maltratándose. Recuerdo que cuando llegaba por las noches me sorprendía entrando a hurtadillas y me abrazaba muy fuerte, todo él era la tibieza hecha persona, menos sus manos... estas seguían frías y duras debido al trabajo, y yo me desvivía por darles calor.

Mi última experiencia fue también peculiar. Creo que nunca se lo dije, pero de mis ex compañeros él fue el único que tenía las manos más grandes que las mías. Yo solía jugar con eso, colocaba mi mano con la palma extendida junto a la suya y me encantaba ver como finalmente mi mano enorme encajaba en la suya aún más gigante; yo lo asociaba a que por fin había encontrado a alguien que pudiera protegerme, en quien confiar y en quien descansar porque podría albergarme, pero finalmente no fue así.

Todo eso fue en el pasado... Hoy mi fijación por las manos continua y ando observando un par en especial. Estas manos tienen tantos detalles que me roban muchas miradas: sus dedos son medianos y delgados pero a la vez macizos, su palma es amplia y tersa, sus uñas no son ni redondas ni cuadradas más parecen pequeños óvalos atriangulados sin terminar de definirse lo que me hace pensar y repensar en qué calificativo ponerles y al mantener activa mi imaginación me hacen feliz, son las primeras manos de hombre que noto que, al igual que las de mi padre, tienen muy marcadas las venas, algo que siempre significó para mi fortaleza porque veo que por ellas circula gran cantidad de sangre que las hace estar vivas y apasionadas... Y lo mejor de todo es que desde que las he empezado a contemplar así siento cada día mayor seguridad en que siempre estarán ahí para mi.

*Esta canción es muy propicia, así me siento últimamente...
colgada en sus manos...


2 comentarios:

  1. :-) Que lindo tu escrito!

    A mi también me encantan "Las manos", es que es así como automático, veo a alguién y veo sus manos y sus zapatos aja! claro xq me habla de su estilo y cuidado personal (y eso me interesa).
    Pero las manos me dan mucha mucha informacion. Me gustan las manos fuertes y suaves, grandes. Ya que la sensacion de sentirme sostenida, cobijada, resguardada me encanta. Entonces puedes ver unas manos pequeñas, como las mias, trabajadoras ya no tan maltratadas, mejor cuidadas siempre cálidas (bueno esto solo lo sabes si las sientes)o unas gigantes con muy largas uñotas, con dedos frívolos o no lo sé cada par de manos es tan especial como cada ser.
    José Saramago en su libro "La Caverna" hace mención a los dedos de las manos como pequeños seres autonomos que median nuestras ideas y las concretizan.. :-)

    Mua!! Palomay!! Sigamos fluyendo...

    Muchas manos hay, habrán pero solo unas, seran sentidas.. paciencia con las manos y la vida. Y olé!

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  2. Nunca pensé decirlo, pero qué chevere cita de Saramago!

    Gracias, querida Shulla, por pasar por aquí y comentar.

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