Y es que parecía mi fiesta: bailé y bebí como nunca. Por qué? Muy sencillo. Estaba en la mesa compartiendo con las chicas y unos amigos de A. Todo tranqui y normal, nada fuera de lo común. Cuando de pronto empezaron a aparecer mensajes de texto a mi celular. Uno de estos mensajes de texto decía literalmente "como quisiera estar contigo ahora", y recordé que tuve 4 opciones de posible acompañante a la boda, 3 de ellos se invitaron solitos, y yo no elegí a ninguno. Hasta ahora me sorprende gratamente que esta vez estuve mucho más preocupada por cómo iba a ir y llegar hasta el bendito lugar donde mis amigos se casaban, que de preocuparme con quién iría y si conocería a alguien allí y tal y cual. Esta vez elegí salir conmigo misma, ir sola y sentirme bien. Y así fue.
Luego de leer ese mensaje de texto lo que se me vino a la mente fue "pero yo no quiero que tú estés aquí, quiero que... -mutis cerebral-... quiero que pronto esté esa persona especial conmigo, pero ahora no". Y por primera vez no me referí a ningún pasado. Me di cuenta que -por fin!!!- no lo extrañaba más y me sentía -por fin!!!- contenta conmigo misma, con mis amigas, con mi familia, con el cosmos, con la vida.
Y fui feliz, y brindé conmigo misma y bailé con los invitados pero a fin de cuentas sola porque yo marcaba el compás y los movimientos y todo. Y disfruté ser yo y estar contenta, en verdad contenta.